En la costa oeste de Irlanda, a medio camino entre las ciudades de Galway y Limerick, unos acantilados se levantan sobre el mar como si fueran gigantes surgidos de una leyenda.
Son los Cliffs of Moher, o acantilados de Moher, la joya de la región de El Burren y la atracción más visitada de la República de Irlanda, un logro que no pasa desapercibido en un país donde cada paso está marcado por paisajes naturales sobrecogedores.
¿Qué tienen los acantilados de Cliffs of Moher para que, año tras año, aunque el viento sople con fuerza o la lluvia amenace en el cielo, un millón de visitantes se acerquen al condado de Clare para visitarlos?
Las ásperas paredes de los Cliffs of Moher se extienden a lo largo de 8 kilómetros de costa, y se yerguen a 120 metros (en su punto máximo, a 214 metros) sobre las aguas impetuosas del océano Atlántico.
Aunque poco importan las cifras, ya que estos acantilados se miden con otra unidad: la magia. Sigue el sendero que conduce a la cima, asómate para ver el mar y las paredes acercándose y escapando del agua hasta donde alcanza la vista y prepárate para una visita inolvidable en la bella y esmeralda Irlanda.
Cómo visitar los acantilados de Moher
Si recorres Irlanda en coche, llegar a los acantilados no te será difícil desde Limerick (1 hora y media) o desde la pintoresca ciudad portuaria de Galway (1 hora y 45 minutos). Incluso desde Dublín, el trayecto es largo pero asequible (unas 4 horas).
Aunque, para la mayoría de visitantes, el modo más popular de acercarse los Cliffs of Moher es en un viaje organizado en autobús, que parte de la mayoría de ciudades de Irlanda y visita los acantilados en unas horas.
Reserva, como mínimo, dos horas para recorrerlos con tranquilidad, aunque si te apetece una excursión por los paisajes casi vírgenes de la costa oeste de Irlanda, puedes hacer noche en alguno de los pueblos vecinos, como Doolin. En cualquier caso, recuerda llevar siempre ropa de abrigo para protegerte del viento y del imprevisible clima irlandés.
A pesar de ser una atracción natural, las visitas a los Cliffs of Moher están reguladas y los acantilados cuentan con un centro de visitantes, así que al llegar necesitarás comprar una entrada (6 € por adulto, 4 € con descuento), cuyo importe se destina a la conservación del espacio. La entrada incluye aparcamiento, acceso al centro de visitantes y a toda la zona que rodea los acantilados, y también recibirás un mapa con las posibles excursiones y visitas que puedes hacer en la zona.
Los tres miradores de los acantilados
Es inevitable: a pesar de que el centro de visitantes cuenta con exposiciones muy completas, tú no podrás dejar de pensar en lo que te espera al final de la cuesta que conduce hacia el mar. Sigue el sendero, en el que muchas veces se sitúa algún artista tocando música tradicional irlandesa y llenando de magia el ambiente, y pronto llegarás al pie de los acantilados. Y la primera sensación será, muy probablemente, la de sentirte diminuto.
Ante los colosales acantilados, pierdes el sentido de la proporción. Oscuros en la base lamida por las olas, de verde resplandeciente en lo más alto, los abruptos Cliffs of Moher se extienden ante ti cual gigantes, y los demás visitantes no son más que puntitos.
Los acantilados pueden contemplarse desde tres plataformas. El sendero conduce a la plataforma principal, pero también hay otras dos, al norte y al sur, accesibles por el camino que recorre la costa.
Desde la plataforma sur, divisarás el Goat Island, un pequeño islote conocido por ser el hogar de una gran colonia de frailecillos, los coloridos puffins. Desde la plataforma norte, la visión de los acantilados sobre el mar es igualmente fascinante, con el atractivo añadido de que se encuentra sobre el punto más alto, a 214 metros sobre el agua.
En este área de los Cliffs of Moher se encuentra la O’Briens Tower, una torre circular de piedra encaramada sobre los acantilados que está abierta al público. Sube a la atalaya de la torre y disfrutarás de uno de los mejores miradores de los Cliffs of Moher (entrada gratuita al centro de información de la torre; 2 € para subir a la atalaya).
Si tienes suerte y el día es claro y despejado, tanto desde la torre como desde lo más alto de los acantilados divisarás, al norte, la bahía de Galway y, más allá, las montañas de Maumturk, en Connemara. Al sur, verás la península de Dingle, en el condado de Kerry.
Aunque si hay un símbolo que la mayoría de visitantes busca con la mirada son las islas Aran, tres islas hermanas (Inis Oírr, Inis Méain e Inis Mór) situadas entre los acantilados de Moher y la bahía de Galway. Si durante tu viaje por Irlanda te apetece hacer parada unos días en las islas para disfrutar de la naturaleza prístina en medio del océano Atlántico, puedes tomar un ferry desde Doolin (de abril a octubre), muy cerca de los acantilados; o desde Rossaveal (todo el año), en el condado de Galway.
Excursiones desde los acantilados de Cliff of Moher
Contemplar la inmensidad desde los espectaculares Cliffs of Moher es una experiencia única, pero si te apetece seguir descubriendo la magia de la naturaleza irlandesa, desde allí puedes emprender varias excursiones:
Una de las más bonitas y accesibles es el Cliffs Coastal Trail, un recorrido por la costa que se extiende a lo largo de 20 kilómetros y al que puedes unirte desde los acantilados.
Una excursión tranquila es la que lleva hasta el pueblo de Doolin (8 kilómetros), o la que conduce hasta el pueblo de Liscannor (12 km). Todas ellas, además de una gran cantidad de información muy completa, las encontrarás en la web oficial de los acantilados de Moher, la atracción más visitada de Irlanda… ¡y pura magia en forma de paisajes indomables!