El Algarve señala en el sur de Portugal una de las regiones playeras más cálidas y visitadas de toda Europa (48 banderas azules).
Alrededor de doscientos kilómetros de litoral esconden calas rocosas e íntimas; también abren al océano Atlántico extensas playas de arena fina y pálida, y rompen precipicios vertiginosos hacia el horizonte.
El clima es cálido y seco, recomendable incluso en invierno. Este contexto meteorológico abre un sinfín de posibilidades a los turistas que demandan sol y ocio en cualquier estación. Junto a la naturaleza marina han crecido asentamientos de placer desde Aljezur hasta Monte Gordo, sobresaliendo por unanimidad popular Sagres, Lagos y Faro.
Faro del sur
El sur de Portugal encuentra en la ciudad de Faro su centralidad. El aeropuerto acrecienta esta trascendencia geográfica. Desde él, todos los destinos del Algarve están más a mano que a desmano.
La ciudad es viva, bulliciosa en verano, y trampolín hacia algunas de las playas más buscadas del entorno. El Parque Natural da Ria Formosa esconde las mejores entre las islas que llegan a Tavira (Farol, Barreta, Tavira, Armona), un pequeño archipiélago que deriva en catarsis sensorial. Apenas a un paso de Huelva, Monte Gordo, al alza en casinos y campos de golf, abre entre pinos su playa salvaje y tranquila.
Postales en Lagos
Lagos reposa en la costa suroeste portuguesa con descaro, como un secreto bien conocido. La ciudad es pequeña, rica en mobiliario histórico y discurre hacia magníficas playas. Por la noche, bares y discotecas levantan el ánimo. La Praia do Pinhão es la más próxima al núcleo urbano, a unos veinte minutos de camino hacia el este. Cerca, sobresale Dona Ana, una de las más bellas de todo el entorno, y más allá aparecen do Camilo y la magnífica Ponta da Piedade, una exaltación rocosa hacia la naturaleza salvaje. Siguiendo el oeste de Lagos surgen Porto do Mós, un inmenso recodo de arena fina y agua celeste; y la popular Meia Praia, más de cuatro kilómetros pálidos de descanso para perderse a conciencia.
Al cabo de Sagres
Desafiante hacia el océano, el Cabo de San Vicente cierra un paraje natural de hermosura salvaje. La Playa de Beliche, delineada entre rocas y cuevas, asoma en pleno límite geográfico, a un plácido paseo de Sagres. El contexto físico de la ciudad traza reductos surferos en Martinhal y reclamos íntimos en Ingrina o Castelejo. Remontando el cabo surgen playas de fantasía en Vila do Bispo (Cordoama) y Aljezur (Arrifana), dos destinos menos frecuentados y explotados, propicios para una escapada de retiro. Sagres es natural.
Portimao, a medio camino del Algarve
Entre las direcciones con final feliz, cálido y arenoso, muchas llevan hasta Portimão, a medio camino de Lagos y Albufeira. Praia da Rocha es una de las paradas más habituales del verano.
Cerca, hacia el este, el humilde Carvoeiro regala a la vista la Praia do Carvalho, un esplendoroso acantilado hacia la naturaleza perfecta. El pueblo comunica con Armação de Pera, otro modesto asentamiento que oculta entre el desconocimiento la majestuosidad de Senhora da Rocha, un conjunto local de calas solitarias. Las costas de Alvor y Albufeira completan una ruta para hedonistas de la playa.
Artículos Relacionados